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Mostrando las entradas de 2019

Pesadilla

20:30 hs. Fiorela se encontraba en su habitación, la misma de toda la vida. Tirada boca abajo con los pies cruzados e inquietos, descansando, pero no durmiendo, relajada pero muy despierta. Hacía algo mas de media hora que llegaba de la facultad. Su padre la había invitado a cenar, hacía bastante que no los veía. Ella ya no vivía allí, pasó de repente. Un día empezó a quedarse en lo de su novio una vez a la semana, después dos, después tres y de pronto solo pasaba por la casa de visita. Sus padres conservaban su pieza y la de su hermano, tenían una casa grande y esporádicamente sus hijos se quedaban a dormir como siempre, como antes. 21:00 hs Fiorela escucha un ruido en el patio, mira y ve una sombra. Tiembla del miedo, sus padres no llegaban, estaba sola. No quiere volver a mirar, sabe que hay alguien allí. Lo sabe, no tiene dudas. Los ruidos continúan y se acercan, no se disimulan, hay alguien en el patio y se maneja con total impunidad, sin ningún tipo de tapujo, sin sigilo. No qu

Nada que hacer mañana

Una hoja en blanco, un piano abierto, un bastidor impoluto y una madrugada con olor a café. Miles de millones de neuronas conectadas y un corazón latiendo. Nada que hacer mañana mas que vivir, ja, como si fuera poco. Vivir y enamorarme una y mil veces mas de vos, recordarte y sonreír. Llevarte siempre conmigo, ver tu reflejo en cada haz de luz y en las noches mas oscuras. Encontrar tu voz, siempre tu voz, en las doce notas. Contemplarte en tus trazos, que llenan de vida las paredes. Ver tu arte renacer, siempre renacer. Quererte bien. Nunca mas perderte. Nada que hacer mañana, mas que sentir tu esencia en el aire, tu sabor en la mesa, tu calor en la cama.

La fuerza

Nunca creí que un mosquito pudiera llegar a tener tanta fuerza. Tanto poder. Lo veo y no lo creo, ¿Cómo algo tan pequeño pudo ser tan fuerte? ¡Cómo puede ser! ¿Cuánto pesa un mosquito? ¿2 miligramos? ¡Lo veo y no lo creo, lo veo y no lo creo!  ¿Cómo un ser tan minúsculo pudo levantar 25 millones de veces su peso? Que increíble. Ni la mas poderosa invención de ingeniería podría siquiera acercarse a ese número. Pero así fue.  Con su ínfima masa corporal logró levantar un cuerpo de 50 kg. Primero me zumbó en la oreja, después eludió mis ataques. Nada pude hacer para eliminarlo. Finalmente me rendí, tuve que levantarme.  Si, peso 25 millones de veces mas que él pero él fue 30 millones de veces mas veloz que yo. Después de todo ¿No es la fuerza la capacidad de alterar el estado de reposo de un cuerpo? Y eso es lo que hizo. Alteró totalmente mi estado de reposo, pero esto no termina aquí. Tuve que levantar a todos para alertarlos sobre él. ¿Cuántos kilos van? Ya perdí la cuenta per

Fuerte en los silencios

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"Mejor no digo nada" me dijo y con eso me dijo todo. "De eso yo no opino" fue su opinión. "Si te contesto nos peleamos" dijo la última vez que nos vimos. "Vos no me entendés" me dijo y todavía no lo entiendo. "No te lo puedo explicar" me explicaba. ¿No será que no lo entiende? "¡Porque así es como debe ser!" Dijo sin decirme cómo. Dijo "¡Ojo! Yo no soy homofóbico" pero después del "pero" me lo confirmó. Lo esencial será invisible a los ojos pero retumba fuerte en los silencios.

El tesoro de los pobres

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El tesoro de los pobres está por todos lados porque cualquier cosa es mejor que nada. El tesoro de los pobres flota inerte en el tiempo, es eterno y es fugaz, es que el tiempo siempre es hoy. Ahí está el tesoro de los pobres, a la vista de todos, esperando ser descubierto en cada esquina, arrojado a las calles, en cualquier contenedor. El tesoro de los pobres florece cada año entre los árboles,  madura paciente en las veredas. Se ríe de la prisa de los autos, de la indiferencia cotidiana. Cobra forma de mora o de almendra, de níspero o de nuez. Pocos saben encontrarlo,  no todos lo pueden ver. Espera que llegue el verano bajo las aguas de las canteras, de las acequias, de los lagos de los parques para aliviarlos del Sol. El tesoro de los pobres fluye como el agua, está en todas partes. Es perpetuo, infinito, inagotable. Mas pobres serán los ciegos, los que no lo pueden ver. Los que viven cansados de querer encontrar el suyo.

Mi jardín libertario

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En agosto preparé el terreno. Removí y composté la tierra. Dejé todo listo para empezar con el cultivo de primavera. En septiembre, después de que cayeran las últimas heladas del invierno, planté zapallo, tomate, albahaca, berenjena, perejil, cilantro, rúcula, maíz, poroto, acelga, espinaca y lechuga. Todas las semillas las sembré el mismo día. Cientos de cada especie. Las tire bien alto y el viento y el azar hicieron el resto. Así comenzaron a crecer las plantas en mi jardín libertario. Yo me propuse no intervenir. Allí todas las plantas tendrían la misma oportunidad. Todas crecerían en la misma tierra, bajo el mismo Sol, bajo la misma lluvia. Allí no había excusas para el fracaso. Todas y cada una de las plantas tendrían que ganarse la vida por igual. Allí no habría privilegios, nadie regaría ni cuidaría más a unas que a las otras. Dependería de ellas, y solo de ellas, hacer lo que debían hacer si querían sobrevivir. Tendrían que esforzarse mucho si querían crecer, tendr

Mi planta de cilantro

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Ya había hecho y deshecho todo lo que tenía a mi alcance. Había seguido todas las recomendaciones de los foros de Internet, había mejorado la tierra, la había abonado bien, la regaba solo con agua de lluvia pero no había caso, mi planta de cilantro no crecía. Tiempo para dedicarle tenía. Tenía y sigo teniendo. Perdí el trabajo hace dos años ya. Hacía ocho que trabajábamos en la empresa pero a la nueva administración eso no le importó. El presidente y su equipo no dejaron lugar para nosotros en su agenda de gobierno. En campaña "Vamos juntos" nos decía pero nunca nos dijo a dónde, y con razón que no nos dijo. Éramos sesenta y quedamos todos en la calle. Todavía me acuerdo de la última vez que bajamos la cortina. El local sigue en alquiler. Otro pedazo de tierra al pedo mas. Hoy le ví una hoja nueva a la planta. Pero es muy finita, se parece mas a una hoja de zanahoria que a una de cilantro. Será que esta vieja y que como ya dio las flores ahora solo tiene tiempo para

El Chicho

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Cuando era chico escribía... Me sentaba en la computadora, abría el Word perfect y exprimía al máximo todo el poder de su furioso procesador 80286, que debería tener entre 6 y 25 mgz de velocidad. El monitor era monocromático, el disco rígido de 20 MB y su memoria RAM de solamente 1MB. Esto no alcanzaba para instalar el Windows 3.1 que era el sistema operativo del momento, siempre un paso atrás. Allí, en la habitación de mis padres, donde se encontraba esa maravillosa máquina, escribía textos sobre las cosas que sentía, mis vivencias cotidianas, las de mis amigos o vecinos. Me fascinaba y se ve que un día deje de hacerlo. Pero acá estoy, haciendo lo mismo que me gustaba hacer hace mas de 20 años atrás. También me gustaba ir a pescar, aunque a la vez, también me generaba un poco de rechazo. Creo que hoy puedo definir ese sentimiento como morbo, el morbo de capturar a un animal libre y verlo agonizar hasta morir. Si, no encuentro otra palabra que lo defina. Era

¿Qué pasó con Pangea?

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Se  dice que en algún lugar y tiempo inciertos existió una gran  Nación. Pangea. Allí todo fluía en completa paz y armonía. Los campos eran fértiles, los árboles daban frutos gigantescos, los animales carne tierna, los ríos agua dulce y sabrosos peces. Todo brotaba en abundancia y todos vivían en comunión. Pangea era muy diferente a todas las demás Naciones. Allí se desconocía el concepto de organización política. No tenían líderes, ni jefes. No existían las posesiones personales y tampoco los límites territoriales. Cada cual se ocupaba de lo suyo en comunión con los demás. Las mujeres y los hombres de Pangea cuando tenían hambre salían a caminar y recolectaban los frutos que brotaban por doquier, cazaban animales, pescaban y cocinaban lo que querían y cuando querían.    Allí afuera la tierra les proveía todo lo que necesitaban. Los niños jugaban y crecían felices y los adultos y los ancianos disfrutaban de sus días en paz. No existían las casas ni las familias c