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"Es importante poner en palabras las cuestiones." Haciendo un poco de catarsis después de ver (Y sobre todo de oir) una exposición de Darío Sztajnszrajber se me vino esta frase a la cabeza. Esto no es, ni pretende ser, ninguna novedad, como nada lo es en este mundo. Ya se ha dicho antes que no somos siquiera dueños de nuestros propios pensamientos, que no son mas que el producto de años de acumulación de ideas ajenas y es ésta, como cualquier otra idea, otro eslabón más de una infinita cadena de entelequias. No vengo a pecar de vanidoso. Ya alguien habrá dicho antes que yo todo esto que voy a tratar de decir ahora, y mejor seguramente, no lo se, aunque si lo supiese, estaría ahorrándome el placer de desarrollar este plagio, cosa que estoy disfrutando mucho de hacer. ¡Que linda es la ignorancia! ¡Festejo todo lo que nunca vi, todo lo que no escuché, lo que nunca leí! ¡Cuánto daría por volver a ver por primera vez tantas películas, tantos cuadros! En fin. "Poner en palabra

Cuando habla mi abuela.

Cuando habla mi abuela se abre una grieta en el tiempo y a través de sus ojos me invita a viajar. Nos subimos a los árboles de su infancia y nos vamos al paraíso. Después, si no hace mucho frio y no es día de clases nos bañamos en el canal, si no, nos vamos a la escuela 105 a estudiar. Allí una maestra un poco chiflada se para en un banco y como si dirigiera una orquesta nos enseña las tablas. Cuando suena la campana la vieja se baja del banco, saluda apurada y sale corriendo como un cohete, no sé qué le pasa ni cuál será su apuro pero nosotros, como un puñado de locos, salimos corriendo detrás. Será que no le gusta ir a la letrina de la escuela y se aguanta todo el rato. ¡Que fea esa letrina! “¡Apunten bien!” nos gritan cuando vamos, pero cuesta. Después de la escuela volvemos para la chacra y jugamos con los tíos, los hermanos de mi abuela. A la tía Ana le encanta leer y a la tía Aida actuar. La Elena y la Ester cocinan o charlan en la pieza. Los varones y mi abuela son más salvaje

Pesadilla

20:30 hs. Fiorela se encontraba en su habitación, la misma de toda la vida. Tirada boca abajo con los pies cruzados e inquietos, descansando, pero no durmiendo, relajada pero muy despierta. Hacía algo mas de media hora que llegaba de la facultad. Su padre la había invitado a cenar, hacía bastante que no los veía. Ella ya no vivía allí, pasó de repente. Un día empezó a quedarse en lo de su novio una vez a la semana, después dos, después tres y de pronto solo pasaba por la casa de visita. Sus padres conservaban su pieza y la de su hermano, tenían una casa grande y esporádicamente sus hijos se quedaban a dormir como siempre, como antes. 21:00 hs Fiorela escucha un ruido en el patio, mira y ve una sombra. Tiembla del miedo, sus padres no llegaban, estaba sola. No quiere volver a mirar, sabe que hay alguien allí. Lo sabe, no tiene dudas. Los ruidos continúan y se acercan, no se disimulan, hay alguien en el patio y se maneja con total impunidad, sin ningún tipo de tapujo, sin sigilo. No qu

Nada que hacer mañana

Una hoja en blanco, un piano abierto, un bastidor impoluto y una madrugada con olor a café. Miles de millones de neuronas conectadas y un corazón latiendo. Nada que hacer mañana mas que vivir, ja, como si fuera poco. Vivir y enamorarme una y mil veces mas de vos, recordarte y sonreír. Llevarte siempre conmigo, ver tu reflejo en cada haz de luz y en las noches mas oscuras. Encontrar tu voz, siempre tu voz, en las doce notas. Contemplarte en tus trazos, que llenan de vida las paredes. Ver tu arte renacer, siempre renacer. Quererte bien. Nunca mas perderte. Nada que hacer mañana, mas que sentir tu esencia en el aire, tu sabor en la mesa, tu calor en la cama.

La fuerza

Nunca creí que un mosquito pudiera llegar a tener tanta fuerza. Tanto poder. Lo veo y no lo creo, ¿Cómo algo tan pequeño pudo ser tan fuerte? ¡Cómo puede ser! ¿Cuánto pesa un mosquito? ¿2 miligramos? ¡Lo veo y no lo creo, lo veo y no lo creo!  ¿Cómo un ser tan minúsculo pudo levantar 25 millones de veces su peso? Que increíble. Ni la mas poderosa invención de ingeniería podría siquiera acercarse a ese número. Pero así fue.  Con su ínfima masa corporal logró levantar un cuerpo de 50 kg. Primero me zumbó en la oreja, después eludió mis ataques. Nada pude hacer para eliminarlo. Finalmente me rendí, tuve que levantarme.  Si, peso 25 millones de veces mas que él pero él fue 30 millones de veces mas veloz que yo. Después de todo ¿No es la fuerza la capacidad de alterar el estado de reposo de un cuerpo? Y eso es lo que hizo. Alteró totalmente mi estado de reposo, pero esto no termina aquí. Tuve que levantar a todos para alertarlos sobre él. ¿Cuántos kilos van? Ya perdí la cuenta per

Fuerte en los silencios

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"Mejor no digo nada" me dijo y con eso me dijo todo. "De eso yo no opino" fue su opinión. "Si te contesto nos peleamos" dijo la última vez que nos vimos. "Vos no me entendés" me dijo y todavía no lo entiendo. "No te lo puedo explicar" me explicaba. ¿No será que no lo entiende? "¡Porque así es como debe ser!" Dijo sin decirme cómo. Dijo "¡Ojo! Yo no soy homofóbico" pero después del "pero" me lo confirmó. Lo esencial será invisible a los ojos pero retumba fuerte en los silencios.

El tesoro de los pobres

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El tesoro de los pobres está por todos lados porque cualquier cosa es mejor que nada. El tesoro de los pobres flota inerte en el tiempo, es eterno y es fugaz, es que el tiempo siempre es hoy. Ahí está el tesoro de los pobres, a la vista de todos, esperando ser descubierto en cada esquina, arrojado a las calles, en cualquier contenedor. El tesoro de los pobres florece cada año entre los árboles,  madura paciente en las veredas. Se ríe de la prisa de los autos, de la indiferencia cotidiana. Cobra forma de mora o de almendra, de níspero o de nuez. Pocos saben encontrarlo,  no todos lo pueden ver. Espera que llegue el verano bajo las aguas de las canteras, de las acequias, de los lagos de los parques para aliviarlos del Sol. El tesoro de los pobres fluye como el agua, está en todas partes. Es perpetuo, infinito, inagotable. Mas pobres serán los ciegos, los que no lo pueden ver. Los que viven cansados de querer encontrar el suyo.